El baloncesto es uno de los deportes más vibrantes y dinámicos que existen: saltos, cambios de dirección vertiginosos, frenadas en seco, lanzamientos al límite del cronómetro… todo ello lo convierte en un espectáculo que engancha a millones de aficionados. Sin embargo, esa misma intensidad es también el motivo por el que este deporte está asociado a un alto número de lesiones , especialmente en las extremidades inferiores.

Desde la cancha escolar hasta las competiciones profesionales, jugadores de todas las edades se exponen a un desgaste físico que, sin las medidas adecuadas, puede traducirse en lesiones de diferente gravedad. Tal y como recuerda el Dr. Jesús Roca, traumatólogo del Hospital Quirónsalud Málaga , entre las dolencias más habituales en baloncesto destacan los esguinces de tobillo y las lesiones de rodilla, en especial la rotura del ligamento cruzado anterior, con una incidencia particularmente elevada en mujeres deportistas.

Cuando los más jóvenes también se lesionan

El baloncesto es uno de los deportes favoritos en edades escolares y adolescentes. Pero en estos años de crecimiento hay que prestar especial atención a dolores que, aunque puedan parecer menores, pueden condicionar el desarrollo deportivo y la salud articular a largo plazo.

Un ejemplo frecuente es la enfermedad de Osgood-Schlatter, que provoca dolor en la tibia, justo debajo de la rodilla, en adolescentes que todavía están en crecimiento. No es una lesión grave, pero sí requiere un diagnóstico precoz y medidas de control para evitar que el dolor se cronifique o limite la práctica deportiva.

La prevención como estrategia ganadora

En los últimos años, se ha avanzado mucho en programas de prevención diseñados para deportes de impacto como el fútbol y el baloncesto. Estos programas combinan ejercicios de fuerza, propiocepción y técnica de salto y caída, con el objetivo de proteger la rodilla y reducir el riesgo de lesiones graves.

El Dr. Roca destaca que adaptaciones de programas como el FIFA 11+ han demostrado una reducción significativa de las roturas de ligamento cruzado anterior en jugadores y jugadoras de baloncesto. La clave está en incorporar estas rutinas de manera sistemática a los entrenamientos, tanto en categorías de formación como en equipos profesionales.

Además, factores básicos como un buen calentamiento, el fortalecimiento del core y de la musculatura de las extremidades, así como respetar los tiempos de descanso , son pilares esenciales para prevenir lesiones.

Cómo actuar ante una lesión

Cuando la prevención no es suficiente y la lesión aparece, el diagnóstico precoz es determinante . Los esguinces de tobillo son los más habituales, y aunque muchos se resuelven con fisioterapia y reposo relativo, algunos requieren una valoración más exhaustiva para descartar daños mayores.

Las roturas del ligamento cruzado anterior, en cambio, suelen precisar cirugía, especialmente en pacientes jóvenes y activos. La intervención quirúrgica se centra en reconstruir el ligamento y devolver estabilidad a la articulación, pero el verdadero éxito se alcanza con una rehabilitación progresiva y personalizada.

El trabajo fisioterápico y de readaptación deportiva tiene un peso decisivo en la recuperación. No solo se busca restablecer la movilidad y la fuerza, sino también devolver al deportista la confianza necesaria para volver a competir sin miedo.

Un abordaje en equipo

Hoy sabemos que ninguna lesión deportiva se resuelve en solitario. La coordinación entre traumatólogos, fisioterapeutas, readaptadores deportivos e incluso psicólogos es clave para un regreso seguro a las pistas. Este enfoque multidisciplinar, que forma parte de la filosofía del Hospital Quirónsalud Málaga , mejora los tiempos de recuperación y disminuye el riesgo de recaídas.

“El objetivo es que cada paciente, ya sea un profesional de élite o un aficionado, pueda volver a practicar su deporte favorito con seguridad y calidad de vida”, dice el doctor Roca.

Un mensaje para jugadores y familias

El baloncesto es pasión, esfuerzo y superación. Pero también exige cuidar el cuerpo con la misma intensidad con la que se juega cada partido. La prevención , la escucha activa de cualquier síntoma y el acompañamiento de especialistas son las mejores herramientas para disfrutar de este deporte a largo plazo.

En el caso de los más jóvenes, es fundamental que padres y entrenadores no normalicen el dolor recurrente en rodillas o tobillos. Detectar a tiempo cualquier problema evita complicaciones futuras y asegura que los jugadores puedan seguir disfrutando del baloncesto en plenitud.