Aunque he pasado más de la mitad de mi vida en el Casco Viejo , la Rotxa es el barrio donde crecí y Enamorados era la calle de mi infancia , una calle con un nombre que siempre me ha fascinado y muy diferente a lo que es ahora.
Enamorados era como un pequeño pueblo donde todo el mundo se conocía , con sus casas que rara vez pasaban de dos plantas, la finca de los ricos, la casa de mi vecina Concha que vendía la leche de sus cuatro vacas (sí, había vacas en la Rotxa), o la chatarrería situada casi en el cruce con Joaquín Beunza , donde estaba la casa de Ipiña , una casica pegada al puente romano de San Pedro que milagrosamente se asomaba al río sin caerse. Allí enfrente tenían aparcado el esqueleto de un vehículo enorme al que nos subíamos a imaginar que era una nave espacial qu