La suspensión temporal de Jimmy Kimmel Live! tras un monólogo contra simpatizantes del movimiento MAGA reavivó el debate sobre los límites del humor político frente al poder en Estados Unidos. La presión ejercida por Donald Trump y la reacción de ABC evidenciaron que la comedia, pese a su arraigo en la cultura democrática, sigue siendo frágil al enfrentarse al gobierno.
El magnate republicano celebró la medida como un triunfo personal; Barack Obama, en contraste, la denunció como un acto de coerción gubernamental. El caso, de acuerdo con otros comediantes de la Unión Americana, no gira en torno a un presentador, sino a la capacidad de una sociedad para reírse del poder sin ser silenciada.
Bruce, la persecución por “obscenidad”
El episodio recuerda a comediantes que pagaron caro por inco