Hace un año un educador del campamento de Bernedo alertó de que los menores estaban recibiendo un trato abusivo, hasta el punto de ser «obligados a chupar el dedo del pie» a los monitores si querían «tomar la merienda». El aviso del monitor ha trascendido este viernes, después de conocerse un día antes que la Ertzaintza está investigando a los educadores tras recibir varias denuncias en las que se les acusa de ducharse desnudos con los niños de entre 13 y 15 años y de ir sin ropa por el campamento, que se desarrolló en un edificio de Bernedo ( Ávila).

Los denunciantes indicaron también que obligaban a los niños a ducharse juntos, independientemente de su sexo. Los monitores habrían intentado ampararse en el feminismo para justificarse frente a los padres: «No creemos en la división por géneros, ya que creemos en una educación feminista e igualitaria y esta división deja fuera a varios cuerpos e identidades ».

Bernedo: un campamento «feminista»

Asimismo, habrían argumentado que si alguno de los menores no se identificaba con el género masculino o femenino podía sentirse «categorizade» en el campamento, al que definen como «un proyecto autogestionado basado en el feminismo, el euskera y el trabajo comunal»: «Nuestro proyecto educativo se basa en valores transfeministas y busca crear espacios seguros para todas las identidades y cuerpos».

Por otro lado, según el relato de uno de los niños, en uno de los espejos de los vestuarios se podía ver a «una mujer abierta de piernas» con la frase « OnEgin » («que aproveche»). Una de las menores envió una carta a su madre, aunque ésta la recibió una semana después de que el campamento finalizara. En ella le decía que las monitoras iban «en tetas». Era la única forma de comunicarse, puesto que al dejarlos en la colonia los padres fueron informados de que se les retirarían los teléfonos móviles a sus hijos.

Dada la incomunicación, la madre de una de las niñas no tuvo constancia de que su hija estaba sufriendo reiterados mareos, como le contó una compañera que salió antes del campamento por razones personales. Le detalló que se encontraba mal por una medicación «especial».

La madre intentó ponerse en contacto con los monitores a través de un teléfono de emergencia que nadie contestaba. Tras una insistencia constante, respondieron e intentaron tranquilizarla asegurando que había un médico en el campamento . «Me mintieron», narra.

«Transfobia», según el campamento

Los monitores han difundido un comunicado en el que aseguran que se está utilizando el campamento para «difundir mensajes tránsfobos », y acusa a la prensa de revelar «comunicaciones internas» y tratar el tema con «sensacionalismo y morbo». Según su versión, han estado «en contacto con los padres en todo momento» y «siempre» les han dado «respuestas individualizadas a sus necesidades y preocupaciones».

En el escrito han tachado de «mentiras» todo lo publicado, algo que choca con las constantes justificaciones recogidas respecto a la información que ha trascendido. En este sentido, por ejemplo, defienden que en la sociedad «los baños y las duchas son una herramienta para dividir a las personas según una lógica binaria y de género». «Esta división, además de excluir diferentes cuerpos e identidades, provoca situaciones de incomodidad y discriminación. Nuestra misión es garantizar lugares seguros para todos los niños, niñas y jóvenes con espacios mixtos, sin necesidad de identificación previa de género», añaden.

Algunos adolescentes han necesitado ayuda psicológica después de «salir traumatizadas», indican las familias. Bingen Zupiria , consejero de Seguridad, señaló que el inmueble en cuestión «no es un centro educativo ni una colonia», y que esa actividad «no figura en ningún registro público ». La denuncia del monitor hace un año no tuvo consecuencias.