Fue uno de los hombres más cercanos al presidente Andrés Manuel López Obrador estando en la Secretaría de Gobernación, después de solicitar licencia al Congreso local de Tabasco como el gobernador de aquella entidad. Su tarea se centraba en tomar las riendas de la política interior de la República y garantizarle tranquilidad al presidente. Siendo el segundo de a bordo del poder ejecutivo de nuestra nación, el entonces secretario se adornó con un poder inmenso, capaz de decir cosas que dentro de lo políticamente habitual no se escucharían, pero esa era una posibilidad siempre, pues ese sexenio se enmarcó de comentarios fuera de lo común, donde el propio presidente no se limitaba en ello: frases como “no me vengan con que la ley es la ley” y “acúsennos con sus abuelitas” dejaron de ser raras
Adán Augusto, en la mira del poder

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