La noche del 19 de septiembre, Mariana salió de un restaurante en la colonia Hipódromo Condesa en la Ciudad de México sin imaginar que un encuentro inesperado transformaría no sólo el rumbo de su jornada, sino también la vida de un perro callejero.
En la esquina de la Avenida Benjamín Hill con la Calle Cholula , un pitbull visiblemente desnutrido y con un chicle pegado a su cola se atravesó en su camino.
La mujer intentó acercarse al perro sin éxito. El animal, desconfiado, se mantenía a distancia. Sin embargo, al avanzar hacia su hogar, Carlitos (como decidió llamarlo) comenzó a seguirla hasta detenerse en la entrada de su domicilio.
“Empezó a llorar en la puerta de mi casa, lo cual me partió el corazón; me acerqué y ahí se dejó tocar. En ese momento se entregó Carlitos”, rel