Más allá de la icónica huida de Cary Grant en la sede neoyorkina de Naciones Unidas encarnando a Roger Thornhill, un anónimo ejecutivo de cuentas que se ve accidentalmente involucrado en una trama de alto espionaje, en ‘Con la muerte en los talones’ –un filme, por cierto, estrenado en el Festival de San Sebastián de 1959–, la Asamblea General de la ONU ha sido escenario de numerosas escenas tan llamativas como impropias de la que debería ser máxima sede de la diplomacia internacional.
El desplante y abucheo de numerosas legaciones al primer ministro de Israel, Beniamin Netanyahu, cuando se dirigía a la tribuna de oradores o las acusaciones de sabotaje lanzadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras quedarse atrapado en una escalera mecánica o fallarle el teleprompter no s