Por Lucas Manjón (*)
Los asesinatos de dos chicas de veinte años y una de quince son una nueva prueba de un sistema destruido. Algunos sectores organizados y desorganizados de la comunidad intentan contener este río de mierda desbordado, pero los esfuerzos no alcanzan. El asesinato de las tres chicas tiene sus causas directas en las manos de un grupo de mercaderes de la muerte, que desde hace mucho tiempo se dedican a explotar a los sectores pobres de la sociedad: a mujeres pobres prostituidas por adultos, a chicos pobres con armas en las manos que adultos les entregan para custodiar la droga que esos mismos adultos les venden a ellos y a otros chicos pobres en su gran mayoría.
Esas manos asesinas que mataron a las tres chicas pobres forman parte del caudal de ese río de mierda que ahoga