Por Lucas Schaerer

@LSchaererOK

El triple crimen de las jóvenes matanceras (periferia del conurbano bonaerense) no es una excepción. Para sobrevivir y lograr ascender de la extrema pobreza cientos de mujeres y adolescentes cobran por sexo, a la misma vez se anestesian con “tussi” (una nueva droga) y se vuelven vendedoras minoristas o “correos” de sustancias ilegales.

Niñas y adolescentes pobres regentadas en las calles de Flores, Constitución, Once, o en las rutas si es en las provincias, como también en los llamados “privados”, que desde la pandemia del covid la mafia proxeneta los convirtió a los departamentos en estudios con webcam para la explotación sexual online.

Son cientos de mujeres 24 horas monitoreadas y filmadas en los privados para la producción de contenido que se difunde

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