Para Santiago Cumplido, la creación de Egregor surge de una inquietud personal frente a la omnipresencia de la tecnología y la inteligencia artificial en la vida cotidiana. “Estamos entregados sin ningún filtraje, sin ningún cuestionamiento previo, a estas cómodas y demasiado accesibles herramientas que simplifican nuestra vida”, explica. El director aclara que su obra no pretende ser una crítica frontal a la tecnología, sino una invitación a detenerse y formular preguntas incómodas.

Por ello define a Egregor como un ritual y no solo como un espectáculo. “El espectador es el personaje principal. Lo que sucede en escena es un umbral, un pasaje que incorpora elementos ritualísticos, desde danzas inspiradas en la psicomagia y el manejo energético, hasta influencias chamánicas y butoh”. L

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