Cuando Alberto Plaza recuerda sus primeros encuentros con el mate, sus ojos brillan con nostalgia y orgullo. “Mi master en cebaduría comenzó en 1979, cuando hice el Servicio Militar en el Comando Quinto Cuerpo del Ejército en Bahía Blanca. Qué manera de tomar mate”, dice entre risas a TN . No era un hobby pasajero : ya entonces, entre uniformes y rutinas estrictas, el mate le ofrecía un espacio de humanidad compartida.

Dos años después, en 1981, Plaza ingresó como chofer de ambulancias al Hospital Dr. José Penna de Bahía Blanca. Allí, entre enfermeras, médicos, telefonistas y administrativos, continuó su ritual. “Ahí fue donde empezó todo. Cada mate era un puente, un momento de pausa, de conversación, de vínculo ”, recuerda. Y fue en esos años cuando nació su colección, un pequeño

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