En la capital de San Luis Potosí, una primera lluvia de apenas diez minutos bastó para desquiciar la ciudad y dejar al descubierto la deficiente infraestructura pluvial. En pleno primer año de la segunda administración del alcalde Enrique Galindo, las calles quedaron inundadas, los vehículos varados y cientos de potosinos atrapados en medio del colapso urbano.

El aguacero, breve pero intenso, convirtió las principales avenidas en auténticos ríos, donde los encharcamientos rebasaron las banquetas y paralizaron la movilidad. Vecinos denunciaron que, pese a las reiteradas promesas de mantenimiento, coladeras y drenajes siguen obstruidos, lo que convierte cualquier lluvia en un desastre anunciado.

En redes sociales circularon imágenes de colonias y vialidades anegadas, con usuarios criticand

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