Alba Sánchez tenía inmensas ganas de sobrevivir y lo demostró. Durante más de 10 horas, en medio de un mar voraz, rodeada por un inmenso desierto de agua, aterida por el frío, envuelta en las tinieblas de la noche, sin nada ni nadie que ver en el horizonte, acosada por la vasta soledad que antecede a la muerte, pudo flotar, sostenerse, vencer la centrifuga del océano, imponerse a la sensación de que podía ser la única en mantenerse con vida y salvarse.

Mujer fuerte, rolliza, corpulenta, no se desesperó, se adaptó a la circunstancias, jugó con la marea, a ratos movió pies, brazos y manos en posición vertical, por momentos inmóvil se extendió, ciertamente se desesperó sabiendo controlar los nervios y por encima de todo jamás perdió la esperanza. Su bella nieta y la hija de su corazón la esp

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