En primavera, la huerta estalla exuberante en color. Espárragos, alcachofas, guisantes, fresas, judías verdes exhiben sus frutos y marcan un cambio de paso en la cocina. El verano lleva a la mesa pimientos, tomates, monumentales sandías y melones… Las loas a la tierra incitan a pesar que su generosidad se limita a esos meses en los que provee, cierto es, con abundante generosidad. Nada más lejos de la realidad.

En otoño, con las primeras lluvias tiñendo el paisaje de verdes más intensos, el repertorio vegetal se renueva con alimentos que invitan a la calma, al guiso reposado, a la cuchara humeante. Estos días, cada vez más cortos y más grises, brotan de la tierra nuevas hortalizas y verduras de temporada, alimentos que prometen alegrar fogones y colmar las ollas.

Arranca, sin ir más lejo

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