La tarde en el Metropolitano fue una pesadilla para el Real Madrid no solo dejó al descubierto las carencias tácticas del equipo dirigido por Xabi Alonso, sino también las emociones a flor de piel de una plantilla desbordada. Entre ellas, una escena puntual captó la atención y simbolizó, quizás mejor que ninguna, el estado de frustración blanca: la reacción de Mastantuono tras el quinto gol colchonero.

Aquel último tanto, obra de Antoine Griezmann , fue un golpe más, uno definitivo. Ya no quedaban respuestas, ni desde el banquillo ni dentro del campo. El Atlético, con más nervio y ambición, había desbordado al Madrid por las bandas durante todo el encuentro. Cada centro desde los costados era un martillazo, y los defensas blancos apenas podían contener el vendaval.

Euforia desmedida

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