En muchos jardines familiares, especialmente aquellos cuidados con esmero por manos sabias y pacientes, hay una planta que se repite como un secreto bien guardado. No es la más costosa ni la más exótica, pero sí una de las más queridas. Su presencia suele pasar desapercibida entre especies más llamativas, hasta que florece y transforma el espacio con su color y su aroma. Las abuelas la eligen por tradición, por intuición y por experiencia: saben que esta planta no falla.

Lo curioso es que, aunque no siempre se menciona en los viveros como “la estrella del jardín”, quienes la cultivan saben que tiene cualidades únicas. No exige grandes cuidados, tolera el sol directo, se adapta a macetas o tierra firme, y lo más sorprendente, florece durante todo el año . En pleno invierno, cuando otra

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