La historia comenzó hace más de dos décadas, en el año 2002, cuando el corazón de Écija, Sevilla , se estremeció con la noticia del robo en la Iglesia de San Francisco . Aquel templo, muy arraigado en la vida religiosa y cultural de la ciudad, amaneció un día con sus puertas abiertas a la incredulidad y al desconcierto. Entre los objetos desaparecidos se encontraba un cáliz de plata de estilo neogótico , una pieza de alto valor histórico y artístico que durante generaciones había formado parte de las celebraciones litúrgicas.
La desaparición del cáliz dejó tras de sí no solo un vacío material, sino también emocional. Vecinos y feligreses lamentaban que el patrimonio de todos se hubiera visto truncado por un acto delictivo. El rastro de la pieza se esfumó rápidamente, sin dejar más