Xabi Alonso ha revolucionado muchas cosas en el Madrid, pero hay un fantasma que sigue sin exorcizarse: el Metropolitano. Una temporada más, el equipo blanco volvió a empequeñecerse, como si el estadio rojiblanco tuviera algún filtro que apaga las luces de sus futbolistas. Un año más, muchos jugadores se escondieron, el plan saltó por los aires y lo que se vio fue más bien un remake del Madrid de Ancelotti del curso pasado que el moderno invento de Xabi.
Ni rastro de esa maquinaria que intimidaba en este inicio de temporada. Solo fogonazos aislados de Mbappé , siempre dispuesto a hacer de superhéroe, y de Güler , que parece vivir en otro plano y al que Xabi decidió quitar del campo de manera incomprensible. El resto, un desastre total. La manita duele y en el Madrid, y en un derbi