En febrero de este año, Antonia Carrasco Pérez fue a hacer la denuncia a la 43 Comisaría de Santiago. Moretones en su cuerpo, sangre desparramada y dedos marcados en su cuello, eran solo la muestra de lo que su pareja había hecho minutos antes: arrastrarla por el suelo e intentar ahorcarla. El informe del estado de Antonia fue lapidario: según la encuesta que le realizaron en Carabineros que medía el grado de violencia, ella enfrentaba riesgo vital respecto a su víctima. Pablo quedó con arraigo nacional y prohibición de acercarse a ella.
Era el tercer ataque provocado por celos furiosos, era la tercera denuncia que interponía Antonia. A la cuarta no alcanzó a llegar: la madrugada del miércoles pasado, Pablo asesinó a Antonia a puñaladas, agredió al padre de ella con un cuchillo hasta reve