Rosario Soto fue una de esas jóvenes promesas que el PP de Javier Arenas tenía en el Parlamento andaluz y que encontraron caminos más fértiles fuera de la Cámara, donde hace años que no sucede nada, tal es el tedio que las mayorías absolutas imprimen a la política si no hay grandes ambiciones de futuro. Todo es tan estable como el mármol de Macael. Soto, que es la presidenta del puerto de Almería, le va a conceder a su ciudad uno de los regalos más bellos que se le puede hacer: tirar la verja, derribar el muro que separaba al muelle del caserío, reencontrar el mar. Desde que Génova abriese su puerto a la ciudad, a finales del siglo XX, se demostró que la actividad portuaria es compatible con esta liberación urbanística que permite a los vecinos disfrutar del mar, pasear por los azules y re

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