Aunque tradicionalmente el blanco ha estado asociado con la medicina, en los quirófanos predominan los colores azul y verde. Esto no es casualidad, sino una decisión basada en razones prácticas y psicológicas.

El blanco refleja demasiada luz, lo que puede generar fatiga visual o incluso deslumbramientos durante una cirugía. En cambio, el azul y el verde son más suaves a la vista y ayudan a mantener la concentración del equipo médico. Además, estos colores neutralizan el rojo de la sangre, reduciendo el contraste visual y evitando la saturación de la vista tras largas horas de trabajo.

También hay un factor emocional: los tonos fríos transmiten calma, reducen el estrés y crean un entorno más sereno tanto para los profesionales como para los pacientes.

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