Las personas han buscado siempre un interlocutor en los momentos de incertidumbre, y la necesidad de contar con alguien que escuche se ha mantenido como un impulso constante. Esa búsqueda se canaliza a menudo hacia figuras religiosas , porque se perciben como fuentes de consuelo y orientación.

En la actualidad, el acceso inmediato a dispositivos móviles ha abierto la posibilidad de trasladar esa conversación íntima al espacio digital. El atractivo de dirigirse a Dios o a Jesús se presenta como una opción accesible para millones de usuarios que sienten la urgencia de ser atendidos sin mediaciones. Esta transformación tecnológica marca la entrada al fenómeno de los chatbots religiosos .

Empresas tecnológicas convierten la experiencia espiritual en un producto comercial masivo

Millones de usuarios ya mantienen diálogos con aplicaciones de Jesús de IA , una tendencia que despierta inquietud entre expertos que advierten del riesgo de transformar la fe en un negocio digital . Estas plataformas, disponibles en tiendas de aplicaciones y páginas web, reproducen frases como “Yo soy Jesucristo. Soy el hijo de Dios y el que murió por los pecados de la humanidad”, una afirmación que proviene de un algoritmo y no de una homilía real .

El filósofo Anné Verhoef, de la Universidad del Noroeste en Sudáfrica, examinó en su estudio de 2025 cinco de estos bots y encontró respuestas que oscilan entre la convicción teológica y la confusión doctrinal. Según explicó en la revista Nature , algunos programas se presentaron sin titubeos como el Hijo de Dios, mientras que otros adoptaron un tono humilde al describirse como simples vehículos de orientación espiritual.

Filósofos y académicos alertan de que los algoritmos tienden a complacer más que a guiar

La diversidad de matices se aprecia también en cuestiones concretas como el infierno . Algunos chatbots lo describieron como tormento eterno, otros suavizaron la idea o esquivaron la respuesta. Text with Jesus incluso ofrece al usuario elegir la tradición cristiana que orientará las contestaciones , lo que convierte la doctrina en un producto adaptable al gusto personal.

El interés de la audiencia ha sido inmediato. Ask Jesus anunció 30.000 usuarios activos en solo tres días , y estimaciones señalan que cientos de miles participan en conversaciones con estas versiones digitales de Cristo en todo el mundo. La empresa Catloaf Software, junto con SupremeChaos y otros desarrolladores, promocionan aplicaciones con nombres atractivos, casi todas gratuitas pero repletas de publicidad o concripciones premium .

El fervor digital se expande más allá del cristianismo y alcanza otras tradiciones religiosas

El fenómeno no se limita al cristianismo. En India, brazos robóticos ya realizan el aarti en templos hindúes, y en Kerala se utiliza un elefante animatrónico como parte de la liturgia. La antropóloga Holly Walters, de Wellesley College, explica que estas herramientas resultan útiles porque nunca se cansan y pueden repetir prácticas religiosas de manera constante .

En este contexto, la visión de Joshua Jackson , investigador de la Universidad de Chicago, aporta una advertencia adicional. Sus estudios muestran que los asistentes virtuales resultan menos convincentes que un predicador humano , incluso en sociedades con mayor apertura a la automatización como Japón, y que la implicación religiosa disminuye tras servicios automatizados.

Expertos advierten del peligro de reemplazar al predicador humano por un programa comercial

La Iglesia católica también ha vivido su propia adaptación digital. El 7 de septiembre de 2025, el papa León XIV canonizó a Carlo Acutis , fallecido en 2006 con 15 años y conocido como el influencer de Dios por haber documentado milagros eucarísticos en la red. El gesto reflejó, de alguna manera, un reconocimiento de la dimensión tecnológica en la experiencia de fe.

Expertos alertan de los límites de la fe digital frente a la experiencia humana

El mismo Anné Verhoef subrayó en otra investigación que ninguna institución religiosa ha impulsado oficialmente estos chatbots , lo que deja a empresas con fines de lucro al mando de una tarea espiritual delicada. Para el filósofo, este hecho abre un campo de manipulación al situar intereses comerciales por encima de convicciones religiosas.

En paralelo, la profesora Heidi Campbell , de la Universidad Texas A&M, destacó en The New York Times que la inteligencia artificial tiende a ofrecer al usuario lo que quiere escuchar en lugar de aplicar discernimiento espiritual.

Según la académica, ese rasgo convierte al chatbot en un espejo complaciente más que en un guía . Además, se advierte que algunos lo emplean como compañía constante , lo que en situaciones extremas puede desembocar en lo que especialistas denominan “ psicosis de IA ”.

El riesgo de que los algoritmos acaben ocupando el lugar de la autoridad espiritual preocupa por sus consecuencias futuras. Anné Verhoef considera que, si la lógica comercial termina por dominar las respuestas, la gente podría atribuir carácter divino a programas diseñados para generar ingresos .

Esa posibilidad muestra hasta qué punto la fe digital se ha convertido en un terreno vulnerable, en el que la frontera entre oración y suscripción se vuelve sorprendentemente delgada.