La fascinación por el miedo en la pantalla tiene una explicación neurobiológica precisa: ver películas de terror desencadena en el cerebro una compleja interacción entre los sistemas de supervivencia, placer y procesamiento emocional.
Esta experiencia, que millones de personas buscan de forma voluntaria, se apoya en mecanismos cerebrales que permiten disfrutar del miedo en un entorno controlado y seguro.
Cuando una persona presencia escenas aterradoras —como la persecución de un personaje por un asesino o la aparición repentina de un monstruo—, el cerebro responde activando la amígdala , la región encargada de procesar las emociones, en particular el miedo .
Esta activación no distingue entre una amenaza real y una ficticia, lo que provoca una reacción fisiológica inmediata: e