El 27 de agosto, la mítica Samarcanda, con más de 2.700 años de historia y leyendas, se queda atrás, pedaleamos en un día caluroso hacia la frontera del país diecisiete del viaje, Tayikistán. El paso fronterizo es caótico, nadie respeta las filas y mujeres campesinas tratan de colarse para que la única persona que trabaja, les selle el pasaporte de entrada . Parece una frontera de contrabando o de huida de refugiados. Mientras hacen los trámites. todas las personas cargan con bultos enormes que dejan apoyados en las paredes del control.

Entramos en uno de los países más pobres de Asia central y sorprendentemente, la carretera está en muy buen estado después de la pesadilla uzbeca . “Hello, hello”, decenas de niños nos saludan en inglés, hay muchos, a pesar de la juventud conducen mo

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