En tiempos de equipos brasileños victoriosos con refuerzos intergalácticos que desembarcan en Sudamérica gracias a billeteras abultadas, el Racing de Gustavo Costas es la extrapolación al fútbol sudamericano del clásico literario de Héctor Oesterheld, El eternauta. Cuando todo parece perdido, cuando enfrentar y vencer a rivales con futbolistas traídos de la élite europea puede resultar una quimera, la Academia compite bajo el slogan “lo viejo funciona”. Costas instala en el fútbol sudamericano una verdad que resuena a lo largo de la historieta: volver a lo esencial, a lo que dio resultado aunque parezca anticuado, con el fin de subsistir en esta competencia despareja.
Racing es la supervivencia de un esquema clásico donde el arquero ataja y no sale todas jugando, donde el central defiende