
María Branyas Morera , la mujer más longeva del mundo hasta su fallecimiento en agosto de 2024 a los 117 años, dejó como legado más que una vida llena de guerras y pandemias. Aportó información sobre los secretos de una vejez saludable. Un equipo de investigadores en España analizó su biología y encontró que, incluso a edades muy avanzadas el cuerpo humano puede mantenerse sorprendentemente protegido de enfermedades crónicas .
Según el estudio , la investigación constituye el análisis más exhaustivo hecho a un supercentenario y permite separar, por primera vez, los procesos de envejecimiento natural de la aparición de enfermedades .
Telómeros cortos, inflamación baja y células que parecían 17 años más jóvenes
Los científicos evaluaron sangre, orina, saliva y heces de Branyas un año antes de su muerte. Entre los hallazgos más llamativos, descubrieron que sus telómeros (las tapas protectoras de los cromosomas) eran excepcionalmente cortos, lo que paradójicamente pudo haberla protegido contra el cáncer al limitar la división celular descontrolada .
De acuerdo a la investigación, su epigenética revelaba una edad biológica entre 10 y 15 años más joven que la cronológica , lo que significa que sus células funcionaban como si pertenecieran a alguien de 100 años, no de 117. Además, presentaba bajos niveles de inflamación y un metabolismo eficiente de lípidos, factores clave para reducir riesgos de diabetes, cáncer y problemas cardiovasculares.
Un microbioma intestinal “ joven ” con bacterias que normalmente desaparecen con la edad
Uno de los descubrimientos más sorprendentes fue su microbioma. Mientras en la mayoría de los ancianos las bacterias beneficiosas como las Bifidobacterium desaparecen, en Branyas se mantenían en niveles elevados. Según el estudio, esta característica es típica de personas jóvenes e incluso bebés y se relaciona con menor inflamación y mejor salud metabólica.
Intrigantemente, su dieta podría haber influido. La supercentenaria consumía tres yogures diarios, alimentos que favorecen el crecimiento de estas bacterias intestinales . De acuerdo con DW , este hallazgo abre la puerta a considerar probióticos como herramientas para ralentizar trastornos asociados con la edad.
Genética privilegiada, pero también decisiones de vida que sumaron décadas
Más allá de su ADN, la longevidad de Branyas se acompañaba de un estilo de vida consistente. La mujer evitaba el alcohol y el tabaco, mantenía un peso saludable y disfrutaba de una vida social activa junto a su familia . Su metabolismo mostraba un balance óptimo de colesterol “ bueno ” y “ malo ”, mientras que su corazón y cerebro estaban protegidos por variantes genéticas frente a enfermedades comunes en la vejez.
De acuerdo con DW , la propia Branyas solía atribuir su longevidad a la suerte, la tranquilidad emocional y la ausencia de preocupaciones. En entrevistas previas mencionó: “El orden, la buena conexión con la familia y mantenerse alejada de la gente tóxica” .
El legado científico de María Branyas podría transformar cómo entendemos la vejez
Los investigadores esperan que la enorme cantidad de datos recolectados se traduzca en nuevos tratamientos que permitan vivir más años con buena salud. El doctor Manel Esteller, líder del estudio, señaló que la clave está en reproducir los efectos de los “ buenos genes ” mediante fármacos o intervenciones médicas .
Como anteriormente reportamos en Xataka México , la genética representa solo el 2% del impacto en el riesgo de muerte prematura, mientras que los factores ambientales, como dieta, ejercicio y condiciones socioeconómicas, influyen hasta en un 17%. Esto refuerza la idea de que la longevidad depende en gran medida de decisiones cotidianas y del entorno.
Y como también informamos , incluso el horario de la cena puede tener un papel en la salud a largo plazo: investigaciones recientes sugieren que cenar temprano y mantener periodos de ayuno de al menos 12 horas ayuda a mejorar el metabolismo y reducir enfermedades asociadas con la edad.
María Branyas no solo fue la persona más vieja del mundo al momento de su muerte (reconocida por Guinness World Records en 2023), sino que además se convirtió en un caso científico único.