Corría el mes de marzo de 1998 y el abogado Javier Narbaiza, con bufete en Madrid y accionista de una empresa inmobiliaria, se encontraba en viaje de negocios en Centroamérica, concretamente en Panamá, cuando le invitaron a almorzar en el restaurante de la Sociedad Española de Beneficencia, de notable prestigio en la capital panameña. Allí se encontró sobre una mesa varios periódicos, entre ellos La Voz de Galicia y el diario EL COMERCIO, muy solicitado, al parecer, por los asiduos a dicha asociación. Como es de suponer, ante la correspondiente y agradable sorpresa, no tardó un solo segundo en hojear las páginas de un periódico que le traía gratos recuerdos.

Nuestro personaje de hoy había estudiado en la Universidad Laboral cuando tenía tan solo trece años y le vinieron a la mente aquello

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