Las palabras de Jesús nos comunican cómo Dios contempla el mundo, en cada tiempo y en cada lugar.

Queridos hermanos y hermanas: Las palabras de Jesús nos comunican cómo Dios contempla el mundo, en cada tiempo y en cada lugar.

El Evangelio que hemos escuchado (Lc 16,19-31) nos muestra la mirada de Jesús sobre un pobre y un rico: uno muere de hambre y el otro se sacia delante de él; contempla los vestidos elegantes de uno y las llagas del otro, que hasta los perros lamen (cf. Lc 16,19-21).

Pero no solo eso: el Señor mira el corazón de los hombres y, a través de sus ojos, reconocemos a un indigente y a un indiferente. Lázaro es olvidado por quien tiene delante, apenas más allá de la puerta de su casa, y, sin embargo, Dios está cerca de él y recuerda su nombre. El hombre que vive en la abun

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