“Nuestro compromiso de defender cada centímetro del territorio aliado en todo momento”, declaró la OTAN en su cumbre del año pasado, “es inquebrantable”. Eso puede ser cierto en tierra. Pero en las últimas semanas ha parecido más frágil en el aire. Primero llegó una oleada de drones rusos a Polonia, el 9 de septiembre. Luego, un trío de cazas rusos MiG-31 entró en el espacio aéreo de Estonia el 19 de septiembre, atravesándolo durante 12 minutos. Días después, una oleada de misteriosos drones cerró el principal aeropuerto de Dinamarca y apareció sobre Oslo. Mientras Donald Trump se aleja de Europa y de los esfuerzos para poner fin a la guerra en Ucrania, Vladímir Putin parece estar aumentando la presión sobre el continente.
Desde la invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022, l