Marc Márquez vivió el fin de semana del GP de Japón con una tensión inusitada para su habitual soltura. La visita a Motegi no fue una más: estaba ante la gran chance de volver a reinar en MotoGP. A pesar de ya tener ocho títulos del mundo en su palmarés, el español llegó a la cita asiática con nerviosismo. “Pesa el fin de semana. Lo supe llevar todo el año, pero ahora que se acerca pesa el hecho de no tener que cometer ningún error, no te quieres pasar y eso hace que vaya más rígido de lo normal”, dijo el piloto de Ducati después del sprint. Por eso, una vez que cruzó la meta de la 17ª fecha en el segundo puesto y el título ya era una realidad, rompió en llanto y desató el festejo sobre su moto, a puro grito.
Resurgimiento
No fue un campeonato más para el catalán. Solo él y su círculo má