Es maravilloso sentirse Indiana Johnes por un rato. Una de las maneras de jugar a serlo es viajar a Ushuaia en días de mucho viento. Cuando el avión está por aterrizar oyes al piloto informar que espera la autorización o si no habrá que considerar otras alternativas, esa última frase le provoca un suspiro a más de uno, y peor cuando el avión empieza a temblar y en vez de en una aeronave de línea bien cuidada y reparada nos parece que estamos en uno de esos artefactos en los que suele escapar el personaje de Harrison Ford. Pero por suerte los pilotos argentinos son buenos y el aterrizaje en esa increíble pista de Ushuaia que da al mar o al canal, hablando con propiedad, es un placer que provoca el unánime aplauso de los aliviados pasajeros . Descendimos del avión con calma, orgullosos
Un paseo por el fin del mundo

132