Con la entrega de 80 árboles nativos -entre ellos quillayes, lingues y canelos- comenzó la primera etapa del proyecto de Recoleta para establecer el primer biocementerio público de América Latina, para que "transforma la despedida de un ser querido en un acto de vida y memoria". La iniciativa, que cuenta con la colaboración del Cementerio General y Conaf, entre otras instituciones, "permitirá a las familias enterrar los restos de sus seres queridos bajo un árbol, formando así un parque de la memoria, donde la naturaleza y la memoria se entrelazan". Cuando esté operativo, cada árbol será plantado en un ánfora biosustentable, impresa en 3D, donde las cenizas del fallecido, mezcladas con sustratos orgánicos, se transformarán "en un legado vivo que conecta a las familias con la tierra y la vid

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