Donald Trump, en su inconfundible estilo hiperbólico, salió de su último encuentro con Benjamin Netanyahu llamándole «guerrero». El elogio, dirigido a un primer ministro israelí cercado por acusaciones de crímenes de guerra, no pasó inadvertido. Lo curioso es que el mismo Trump, apenas unos meses antes, había humillado a otro líder judío enfrascado en una guerra, el ucraniano Volodímir Zelesnki, durante una rueda de prensa en el Despacho Oval. Dos líderes judíos con dos formas opuestas de encarnar la resistencia de su pueblo y dos maneras muy distintas de ser tratados por el inquilino de la Casa Blanca.El contraste es llamativo: Netanyahu, un político curtido en décadas de batallas internas y externas, convertido en símbolo de la obstinación israelí; Zelenski, un comediante transformado en

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