La polémica de las pulseras antimaltrato , propio de políticas de mercadillo chino, tiene distintas caras que afectan no sólo a las víctimas sino también puede hacerlo a los condenados que se ven sometidos al estrés de la presencia ante la policía o los juzgados sin haber vulnerado el espacio de alejamiento , todo por errores en las comunicaciones del sistema Cometa.

Es el caso de una persona próxima a Huesca, condenada a mantener la distancia por sentencia judicial, que ha sufrido los errores de las pulseras nada menos que en 300 comunicaciones , por lo que Cometa avisaba a la policía y al juzgado sin que la víctima, sin embargo, sintiera en ningún momento la presión del botón del pánico que indicaría la cercanía del sometido a la exigencia de una distancia prudencial para la prot

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