El viento ya no es mero acompañante: es un determinante. Bajo un alerta naranja por ráfagas que superaron los 120 km/h , la ciudad parece en suspensión. Lo cotidiano se quiebra: no solo las ventanas crujen, también la rutina escolar, el transporte público y el pulso urbano.
La ciudad en pausa
Durante esta tarde, varias líneas de colectivos hacia la Zona Norte fueron suspendidas para resguardar la seguridad de pasajeros y choferes. Las unidades que ya estaban en recorrido completaron su trayecto, pero no se autorizó la salida de nuevas unidades hasta que el viento ceda . Mientras tanto, el servicio interno en otros sectores —como Rada Tilly— sigue “con normalidad en lo posible”.
El sistema educativo también sintió el embate. Varias escuelas optaron por suspender el turno tarde