Dos días después de la muerte de Charlie Kirk, Suzanne Swierc, una empleada de la Universidad Estatal Ball de Muncie, Indiana, se despertó con una avalancha de llamadas perdidas, mensajes de texto y mensajes de voz de números que no conocía.

“Me llamaban de todo, amenazaban con quitarme el trabajo”, dijo Swierc. “Eran todos los insultos imaginables”.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Para leer esta nota, tenemos un plan especial para ti .

Vive los beneficios de ser suscriptor.

Infórmate con calidad.

Hasta 40% de descuento en tu suscripción.

Por tiempo limitado: Edición de aniversario.

Si ya tienes una suscripción, solo inicia sesión .

Semestral digital "100 años"

$349 $100

$100 al suscribirse, después $349 cada 6 meses

¿Que obtienes?

Edición impresa en digital

See Full Page