No seré yo quien disienta de las acertadas y medidas palabras de nuestro Rey ante la Asamblea General de Naciones Unidas, al calificarlas de «imprescindibles e insustituibles». Obvió lo que seguramente también pensaba. Que debían redefinirse, adecuarse al momento actual, recuperando su «capacidad para abordar temas multilaterales», como pide León XIV, evitando el riesgo de caer en la ley de la selva, como advirtió Li Qiang, el primer ministro chino.

Reza el primer artículo de la Carta aprobada en San Francisco en 1945 por aquellos «pueblos resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra... a tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz y suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz...». Pues bien: finalizando 202

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