Antes de la reunión del lunes, la pregunta era si el presidente Donald Trump presionaría lo suficiente al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, para que pusiera fin a la guerra en Gaza.
Al final, Netanyahu obtuvo casi todo lo que podía esperar de la propuesta de Trump: la exigencia de que Hamás liberara inmediatamente a los rehenes y depusiera las armas, sin lo cual Israel tendría carta blanca para seguir atacando Gaza.
En cuanto a los soldados israelíes, podrían permanecer en el perímetro de Gaza en un futuro previsible. Se hizo una alusión tan tímida a la aspiración de un Estado para los palestinos que la propuesta casi sugería que siguieran soñando. Y la Autoridad Palestina no desempeñaría ningún papel en Gaza en un futuro próximo.
Fue un raro momento de triunfo que demostró q