Todo hombre es una ficción. Nada más que el invento de una personalidad, quizá porque, para convertirse en quien se desea, una persona debe crearse a sí misma. Darse un alter ego. Esto lo comprendió muy bien Endre Ernő Friedmann, que supo improvisar esa dimensión mítica sobre un seudónimo: (personaje de ficción que acabaría encarnándose/fundiéndose en él y que debe parte de su concreción a la imaginación de , que conoció en París y que terminaría siendo su pareja). Con este nombre, él acabó por erigirse para la posteridad en la quinta esencia del corresponsal de guerra y del corresponsal de guerra con glamur: guapo, de expresión pilla y con talento.

Friedmann, ya como Capa, inauguró un estilo nuevo en la fotografía de guerra y dejó a su paso algunas de las imágenes más icónicas que ha d

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