El inicio del otoño, casi en sintonía con la llegada de octubre, trae consigo un aire distinto. Esa nostalgia otoñal puede ser una gran maestra silenciosa que nos invita a mirar con otros ojos lo que ya forma parte de nuestra vida. Otoño, con la caída de las hojas de los árboles se muestra como una analogía para atesorar lo que se tiene.

Aquello que usted posee, sea tangible o invisible, es su acervo más valioso; es capital que puede crecer si lo cuida, si lo honra, si lo vive con gratitud. Muchas veces vamos por la vida como si todo estuviera asegurado. Creemos que la salud estará intacta mañana, que los afectos nos esperarán inmutables, que los seres queridos seguirán ahí cuando por fin decidamos dedicarles tiempo. Pero el otoño nos recuerda que nada es eterno, que los ciclos son parte

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