«Antes no había nada aquí (…), estaba completamente desierto», recuerda Chang Yongfei, natural de esta región de Mongolia Interior, que antes trabajaba en el sector del carbón, un pilar histórico de la economía local.

A 700 kilómetros de Pekín, estos cientos de miles de paneles representan el símbolo de la transición de China, el mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero.

El presidente chino, Xi Jinping, se comprometió ante una cumbre especial de la ONU a reducir las emisiones globales del país entre 7% y 10% para 2035 en relación con el año de mayores emanaciones, que se cree que será 2025.

Las instalaciones solares en los desiertos y zonas áridas son un eslabón clave: entre 2022 y 2030, se emplazará allí el triple de la capacidad eléctrica total de un país como Francia, segú

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