Antes de que ayer sonaran clarines y timbales para dar comienzo al primer paseíllo de la la empresa ya sabía que alrededor del 85% del aforo de la plaza estaba asegurado. Un récord de abonos difícilmente alcanzable, pero que no hace más que hablar bien, no solo de una incuestionable gestión administrativa, sino de la salud actual de la tauromaquia. Además, bastaba echar un vistazo a los tendidos para comprobar la cantidad de rostros jóvenes. Alegría. Y aunque la plaza alcanzó los 14.451 espectadores al comienzo del ciclo otoñal, ese reverdecer de la afición se hizo presente. Eso sí, una vez atraídos, habrá que fijar y educar ese nuevo público, y mejor que sea con espectáculos que generen interés. Aunque el de ayer no abundó en ese aspecto, precisamente, porque los novillos de López Gib
Solo Osornio nos quiso sacar de la monotonía

94