La manera en la que actualmente se produce comida es la principal causa de que la humanidad esté llevando el planeta más allá de sus propios límites. “Cómo y dónde se producen los alimentos, qué tipo de comida se consume y cuánto se desperdicia contribuye a la ruptura de esos límites”, concluye el macroestudio elaborado por la EAT-Commision de The Lancet y publicado este viernes.

La conclusión general de esta revisión científica es que este modelo de producción de comida “amenaza el funcionamiento de la biosfera y la estabilidad del sistema climático”. ¿Cómo es posible? Consumiendo tierra y agua de manera intensiva, contaminando con desechos químicos o generando el 30% de los gases de efecto invernadero que causan la crisis del clima.

El sistema alimentario es uno de los mayores causantes de muchas de las crisis que afrontamos hoy. La evidencia expuesta en nuestro informe está clara: las elecciones que hagamos hoy van a determinar la salud de las personas y del planeta durante generaciones

Shakuntala Haraksingh Thilsted Codirectora del estudio

“El sistema alimentario es uno de los mayores causantes de muchas de las crisis que afrontamos hoy”, explica y resume la codirectora del grupo de investigación Shakuntala Haraksingh Thilsted . Haraksingh se refiere a la interconexión de problemas como el calentamiento global, la pérdida masiva de biodiversidad y la salud global de las personas. “La evidencia expuesta en nuestro informe está clara: debemos actuar ambiciosamente para asegurar mejoras. Las elecciones que hagamos hoy van a determinar la salud de las personas y del planeta durante generaciones”.

Un aspecto añadido que subrayan los autores es que, a pesar de que se produce mucha comida, suficiente para alimentar a toda la población mundial, miles de millones de personas no están bien nutridas. O dicho de otra manera, puede garantizarse comida para todos sin forzar el planeta como se hace actualmente. “El sistema alimentario genera suficientes calorías, pero las dietas, en general tienden a ser de pobre calidad”, dice el trabajo.

En ese sentido, el EAT-Lancet recopila que un 29% de la población mundial, unos 2.900 millones de personas, padecen “inseguridad alimentaria” y 2.100 millones están “expuestos a beber agua insalubre”. Es decir, se está forzando y contaminando el planeta para sacarle una cantidad de alimentos más que suficiente, al mismo tiempo que un tercio de la población no puede comer bien.

El estudio de The Lancet habla de cómo el sistema de producción está llevando a sobrepasar diversos límites planetarios. Aquí están los principales, según el análisis de decenas de científicos especialistas en sus materias:

Cambio climático

“Nuestros sistemas de producción de alimentos liberan, aproximadamente el 30% de los gases de efecto invernadero que causan el cambio climático”, sentencia el informe. Es tal proporción que se atreven a afirmar que “aunque el mundo consiguiera finalmente alejarse de la producción de energía a base de combustibles fósiles, el sistema alimentario causaría el incumplimiento del objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global del planeta a 1,5ºC”.

El desglose es el siguiente: un tercio de esas emisiones provienen de la agricultura y la ganadería. Otro tercio de la conversión de ecosistemas en campos de cultivo y pastos –el ejemplo más claro es la destrucción de bosques y turberas para cultivar o alimentar ganado –. Y otro tercio se corresponde con las emisiones que comporta transportar mercancía, refrigeración, procesamiento y la producción de fertilizantes y los residuos ganaderos.

Cambio en el uso del suelo

Alrededor de un 35% de toda la superficie terrestre se utiliza para la producción agrícola. De esta superficie, un tercio se dedica a cultivos y los otros dos a pastos para alimentar ganado. Con esa utilización intensiva de terreno, “todas las ecorregiones del mundo han sobrepasado el límite teórico de preservar la mitad de sus ecosistemas”, advierte el estudio. Las ecorregiones son áreas extensas que comparten especies naturales y dinámicas ecológicas, según las define la organización WWF que contabiliza 238 ecorregiones en el planeta. Ejemplos son: bosque mediterráneo, bosques templados, sabana, taiga, desierto o manglar.

“La notable pérdida de ecosistemas, en especial bosques, está derivada predominantemente de la agricultura”, recuerda EAT-Lancet. E ilustra su afirmación con el conocido caso de la desaparición de bosque tropical donde se clarea para convertirlo “en pastos, cultivos para biodiésel y soja”. La pérdida de bosques redunda en el desplome de biodiversidad que han constatado las revisiones científicas y que derivan en problemas de salud pública –con el salto de patógenos de animales a humanos–; más emisiones de CO2 –al liberarse a la atmósfera cantidades ingentes de carbono almacenado durante siglos en las plantas destruidas– y alteración del sistema hidrológico, es decir, el suministro natural de agua .

Agua

La producción de alimentos es el mayor consumidor de agua del planeta, sobre todo por el regadío que supone, aproximadamente, entre el 70% y el 90% del total mundial, subraya esta revisión.

Aunque “las evaluaciones más recientes muestran que se han sobrepasado los límites de uso de agua”“, los investigadores matizan que el sobreuso va por zonas. Hay lugares donde el uso de agua para la agricultura sí se mantiene en límites razonables mientras que hay lugares en los que ”muchos ríos padecen estrés hídrico por las extracciones para el regadío“.

Entre las propuestas que recoge este documento, se indica que podría mantenerse una producción suficiente de productos que precisan de regadío no solo utilizando variedades que necesiten menos agua sino, además, “reduciendo la pérdida y el desperdicio de alimentos”. Es decir, tirando menos comida ya producida y comprada a la basura.

Una pequeña muestra hispana de esto: la Universidad de Alicante ha calculado que sólo en la provincia de Almería se desperdiciaron 300.000 m3 de agua en 2019 (además de 136 toneladas de fertilizantes) en la producción de hortalizas desechadas de antemano.

Contaminación química

La desigualdad una vez más protagoniza este apartado. Si bien hay lugares del planeta donde tienen cosechas pobres por la falta de nitrógeno y fósforo para impulsar sus cultivos, en otras zonas es el exceso de fertilización la que conlleva un problema serio de contaminación en suelos y agua.

Aunque transformar la manera en la que producimos comida es un reto, supone un requisito para tener alguna oportunidad de volver a un clima seguro y un planeta sano

Johan Rockström Director del Instituto Potsdam de Investigación de Impactos Climáticos

El estudio de The Lancet no señala ningún caso específico, pero no hace falta irse muy lejos para ver cómo se superan los límites en este aspecto. En España, l os desechos de la agricultura que provienen sobre todo del exceso de fertilizantes a base de nitrógeno han contaminado las aguas hasta el punto de recibir una condena del Tribunal de Justicia Europeo. Si se quiere concretar más, el uso intensivo de fertilizantes fue el principal causante del colapso ecológico que ha padecido el Mar Menor.

El director del Instituto Potsdam de Investigación de Impactos Climáticos, Johan Rockström, recuerda que lo que este estudio significa es que “aunque transformar la manera en la que producimos comida es un reto, supone un requisito para tener alguna oportunidad de volver a un clima seguro y un planeta sano”.