El evento que Donald Trump y su secretario de Guerra, Pete Hegseth, presidieron el martes pasado en la base de los Marines en Quantico, Virginia, no fue un acto protocolario, sino el anuncio de un viraje autoritario en EEUU con consecuencias directas para todo el mundo. En sus discursos ante los más altos mandos militares de su país presentaron un proyecto para refundar a las Fuerzas Armadas, no solo en su misión externa, sino en su identidad cultural y en su relación con la vida civil.

Hegseth fue explícito: ya no quieren generales gordos ni mujeres que no cumplan con estándares físicos masculinos. Propone un ejército homogéneo de soldados fuertes, viriles, disciplinados y obedientes, sin diversidad ni programas de equidad racial, de género o sexual.

Trump advirtió que los militares que

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