Cali celebra la biodiversidad. En el Cesar la medimos en hectáreas que las minas deben restaurar y proteger. Eso se llama compensación. Es la forma de devolverle a la naturaleza lo que se afecta con la minería. Si se tumba un bosque, se restaura. Si se toca un arroyo, se protege su ronda. Si se parte un corredor de fauna, se vuelven a unir los parches.
No es caridad. Es obligación con los ciudadanos. Las minas se van a ir algún día. Compensar no es sembrar un día para la foto. Es cercar, mantener, monitorear y garantizar que el bosque crezca y se conserve en el tiempo.
¿Por qué importa? Porque de esas hectáreas depende el agua de los pueblos, la sombra de las fincas, el suelo que no se nos va loma abajo. También la tranquilidad de los vecinos que han puesto el hombro por décadas. Pero,