Román Burruchaga tiene un apellido muy conocido en el ambiente del fútbol y una familia muy ligada a ese deporte, pero en su casa siempre le dieron libertad para elegir su propio camino. Es más, cuando tenía unos siete años, como lo veían habilidoso para el tenis de mesa, sus papás lo llevaron a la escuelita de tenis del Tiro Federal . Él se enganchó enseguida y no pasó mucho tiempo antes de que decidiera que lo suyo era golpear la pelota con una raqueta y no con los pies, como marcaba el legado paterno. El tiempo se encargó de probar que eligió bien. Hoy, el porteño, de 23 años, es uno de los integrantes de una camada de jugadores argentinos con mucho futuro y acaba de conquistar su segundo título en el Challenger Tour , en Buenos Aires, con un triunfo en una final cien por ciento ar

See Full Page