‘Bodhiria’, su primer álbum, está trabajado de manera conceptual. ¿Componer poniéndole voz a ese alter ego que es Angel-A le ayudó a abrirse más?
Sí, absolutamente. Angel-A me permitió un desdoblamiento: puedo expresar emociones profundas, heridas o anhelos sin tener que exponer “a Judeline” en crudo. Angel-A vive en ese espacio liminal -el “no lugar” que llamo Bodhiria- y desde ahí habla con libertad. Esa voz me da permiso para vulnerarme, para jugar con lo espiritual, con lo simbólico, sin sentirme tan expuesta y mostrar sentimientos que no necesariamente me pertenecen. Angel-A es otra voz.
Fe, espiritualidad, religión… Todo eso recorre su música.
Para mí la música conecta con lo invisible, con aquello que no se ve pero se siente. Crecí en un entorno donde la espiritualidad y lo místi