Estaba el presidente de la Junta lanzado a tumba abierta hacia las elecciones autonómicas. Hacía a diario regalos fiscales a pobres y ricos sin discriminar, porque todos votan. Anunciaba la inauguración de decenas de nuevos centros sanitarios en los próximos meses, que él mismo protagonizará atribuyéndose el mérito, sin especificar quién planeó la obra o el organismo que la financió. Acumulando fotos, sonrisas, abrazos; la especialidad de su mandato. Convirtiendo los plenos parlamentarios de control a su gestión en una crítica al sanchismo, como culpable de los males de Andalucía. Acusando de mentir a la oposición cuando le reprochaba descuido hacia las pacientes oncológicas. Y de repente, la realidad.

Una asociación de mujeres con cáncer de mama denuncia que a decenas de usuarias del SAS

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