El 27 de noviembre de 1895, un año antes de morir y mientras estaba en París, el magnate sueco Alfred Nobel, químico e ingeniero que inventó la dinamita, entre otras muchas patentes, firmó un testamento en el que legaba una pequeña parte de su riqueza a familiares y la mayor a una labor filantrópica, crear unos premios en su nombre para reconocer a quienes hagan aportes trascendentales a la humanidad.
Tras morir el 10 de diciembre de 1896, en San Remo (Italia), la familia de Nobel impugnó el testamento, pero no tuvieron éxito. Solo hasta 1900, empezando el siglo XX, se creó la Fundación Alfred Nobel para que administrara los recursos, invirtiéndolos en diferentes actividades, cuyas ganancias son utilizadas para financiar a perpetuidad los premios.
El busto de Alfred Nobel, quien hizo