Durante décadas, desde los micrófonos de Radio Universidad de Chihuahua y las páginas de El Heraldo y El Diario, he conmemorado el 2 de octubre como fecha de memoria activa. No solo por el asesinato a mansalva de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas (https://es.wikipedia.org/wiki/Plaza_de_las_Tres_Culturas), sino por el significado estructural que tuvo aquella gesta en la lucha por la democracia. Fui testigo directo del mitin, de sus participantes y de la represión. No sufrí daño físico, pero sí la marca indeleble de haber presenciado un acto de barbarie institucional. Conmemoración que abandoné en 2011, por las razones que más adelante manifiesto.

Hoy, en la edición impresa de El Diario, se publica una nota sobre un participante del movimiento como si se tratara de un hallazgo in

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